martes, 25 de marzo de 2014

LOS DÍAS TRANSFORMADOS



las blancas sombras en los claros días,
las blancas sombras de las horas santas.
                                          Antonio Machado



Los días han cambiado. Cantas en la luz
y regresas al poema. El mismo de aquel día,
y vuelves al invierno porque sabes
que este frío te conoce.
Hunde tus pasos en la certeza de lo ido.
Todo se transforma como un rostro
que comprende la ceniza.
La luz no parpadea. Aquí la fugaz contemplación
ha desatado su indolencia.
Eres el fantasma. Miras pasar
los cuerpos y los días,
todo responde a una respuesta inexorable.

Eres el mismo que la noche conoció
en los pozos del desorden.
Con cuánta anunciación el rígido destino.
Con cuánta levedad
esta inmensa suerte de vivir.
(No la evidencia del existir: su belleza,
su don, su entregada luz
como signo a lo naciente).

Las carnales geografías,
los instantes que pasan
a ser hueso en la memoria,
constancia irrevocable de su espectro.
Lo arraigado, lo que se queda.
Lo que firme
sabe y da su suerte,
dosifica su perenne aurora.
Los destellos del alba. La noche que cae
y después vuelve a nacer. Ese ciclo
interminable.

La resistencia a los desgastes,
lo que se niega a ser
destruido y olvidado.
Su venganza natural.

Esta simiente,
esta quietud como un incendio
que abre su boca y dice amor,
que pulsa la vida y crea un pájaro.

Este canto de nosotros, en respuesta a cada voz.

Este balsámico fluir,
esta inmediata y leve sombra
entre las ramas del sol acariciado
como el niño inocente que a su madre espera.





Luis Llorente

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